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Ximena García Carmona | Facultad de Ingeniería UdeC
INGENIERAS DESTACADAS CENTENARIO

Ximena García Carmona


Ingeniería Civil Química
Directora de Postgrado de la Universidad de Concepción

Nacida y criada en Concepción, realizó su pregrado (1984) y magíster (1986) en esta Casa de Estudios. Posteriormente viajó a Alemania por tres años y medio a cursar su doctorado, bajo el financiamiento de una beca de la DAAD (1991), y donde paralelamente además fue madre por primera vez. “Ni muy fanática académica, ni muy fanática mamá”, dice ella, ha sido la clave para compatibilizar ambas cosas.

¿Cómo fue como alumna de la Facultad?

Yo fui matea, y digo matea porque fui bien estudiosa, aunque no necesariamente me sacaba las mejoras notas (risas), pero puedo decir que estudiaba harto, y nunca reprobé un ramo, así es que no me encuentro tan mala, pero tampoco brillante (…) es que tenía compañeros que eran mucho mejores que yo.

¿Y en esa época eran pocas mujeres? Porque igual hoy vemos un número importante de mujeres en ingeniería química.

Me acuerdo que entrábamos algo así como 70 estudiantes a la especialidad, y 11 éramos mujeres; y eso que éramos de la especialidad que teníamos más mujeres, porque ingeniería industrial no existía, de hecho se creó cuando pasamos a cuarto año.

Podríamos decir entonces que desde joven se desenvolvió en un mundo de hombres… ¿Cómo ha sido esta experiencia?

No tengo ningún problema con eso, creo que tuve una formación súper adecuada por parte de mi padre y de mi familia, porque nosotras somos tres hermanas, entonces tuvimos que ser como hijos e hijas en las cosas típicas de la casa. Mi papá era, y es, un hombre muy apoyador y muy vanguardista en lo que él piensa que es el rol de la mujer en la sociedad, por lo tanto siempre fuimos empujadas a estudiar, y a elegir qué queríamos estudiar. Y acá he tenido la suerte de estudiar y trabajar sin mayores problemas, además me eduqué en un colegio mixto, así que yo creo que mi convivencia con el género masculino es muy normal.

¿Cuáles son sus mejores recuerdos de su etapa universitaria?

Uno hace los mejores amigos en la universidad, los eventos sociales, a pesar de la época, porque nos tocaron tiempos restrictivos en cuanto a las libertades de las personas, pero organizábamos actividades de todo tipo, al final de los estudios más de corte político, porque todo se tornó de eso, participábamos de protestas, hasta el guanaco me mojó; pero también recreativas para la carrera, con compañeros y compañeras de curso, entonces lo pasábamos bien. Igual nos sacábamos la mugre estudiando, lo matizábamos con salir a bailar, con hacer fiestas, asados, paseos a la cordillera, todo eso como curso.

Y desde entonces, ¿Cuál ha sido su mayor desafío?

Sacar el doctorado creo yo. Decidirme a hacerlo no fue tan difícil, porque cuando hice el magíster me di cuenta que era lo mío, que a mí me gustaba la investigación. Pero después había que pensar dónde hacer el doctorado, y tenía que compatibilizar mi proyecto profesional, con el de mi pareja en ese entonces, y por eso elegimos Alemania, porque era un país donde yo podía estudiar, y mi futuro esposo podía trabajar, ya que él tenía la doble nacionalidad. Así que decidimos esta postulación a las becas del DAAD, y fue realmente un desafío, porque yo de alemán no sabía nada, no soy de colegio alemán, entonces considero que fue valiente hacerlo y resultó bien. Y después cuando terminé, que habían pasado 4 ó 5 años, y habíamos estado tres años y medio en Alemania, y entre medio nació mi hija, y dar la charla y todo eso fue un primer logro, fue el motor de mi carrera, porque sin doctorado, y sin esa experiencia, yo creo que todo lo que se ha venido después, los proyectos y todo eso, ha sido gracias a esos primeros pasos.

¿Y cómo fue compatibilizar estos dos roles tan importantes en su vida?

Yo creo que es una mezcla de, querer hacerlo, apoyo que tienes que tener de la familia y del sistema en general, y la propia universidad que da harta libertad para eso. Entonces yo pude compatibilizarlo, es decir, cuando escribí mi tesis estaba embarazada, mientras me la corregían nació mi hija, y tuve que esperar que ella estuviese un poco más grande para poder dejarla y la defensa, entonces hubo un periodo desde que yo volví de Alemania, hasta que di mi examen de grado, que fue más largo que lo que debería haber sido, producto que era mi primera hija. Y la carrera posterior ha sido absolutamente compatible, armonizando esto de ser mamá, con mucho apoyo de mi esposo y de mi familia, con la posibilidad de tener ayuda también en la casa, y con la flexibilidad que da la universidad. Sin ser fanática mamá, ni ser fanática académica. Se puede digo yo, y se puede porque estamos en Chile también, porque en otro país sería más difícil… por algo, en el mismo Alemania, a las mamás les dan un año de postnatal, y es necesario porque no tienen todos los apoyos que tenemos nosotros, no hay nanas, no hay abuelitas cerca, entonces aquí entre tías, abuelos, marido, todo, uno se las arregla.

¿Qué destacaría usted de nuestra Facultad, en cuanto a la formación de mujeres?

La verdad es que tengo poco conocimiento de cómo son estas cosas en otras facultades de ingeniería. Yo nunca me he sentido discriminada ni nada por el estilo. Y no digo que no haya gente no piense igual, pero creo que en los hechos, las oportunidades que existen para mujeres que estudian ingeniería, son bastante equitativas respecto a las de sus compañeros hombres para desarrollarse, y que está mucho en uno, el saber aprovecharlas y no perderse en el intento. Y eso lo demuestran varias académicas que han tenido carreras exitosas y que son formadas en esta universidad. Yo pude salir, desempeñarme -gracias a la formación de pregrado que me dieron- , y porque no era tan mal alumna, pude hacer un buen papel en Alemania, porque eso también es importante; mi profesor siempre me felicitaba por la sólida formación teórica que teníamos.

¿Y esa formación sólida, usted la atribuye a la Facultad o es de la casa, disciplina?

Es una mezcla obviamente, del plan y los profesores que tuve, con esto de ser metódica, de realmente estudiar y hacer los ejercicios, porque si me daban cien ejercicios, hacía los cien, entonces eso genera un círculo virtuoso. Alguien podría decir que es demasiado lo que hay que dedicar para tener esos logros, porque es verdad, todos estábamos dedicados casi al estudio. Hoy yo veo que los jóvenes sacrifican más tiempo de estudio para hacer otras cosas; nosotros casi abandonábamos todo, y como digo, salvo un par de compañeros, tres que eran destacados deportistas, los demás estábamos dedicados de lleno a sacar nuestros compromisos académicos. No sé si eso será lo ideal o no, pero no nos mató, ni tampoco nos traumatizó, y lo más bien que después pudimos recuperar una vida más integral.

Respecto al tema de mujeres en campos donde no las hay tanto, ¿qué le parece a usted este movimiento que se ha dado muy fuerte en Europa y EEUU?

Lo que sé, de algunos estudios que me ha tocado ver, es que cuando se mide a niños y a niñas de corta edad, la cancha es súper pareja, es decir, en cuanto a resultados académicos, los intereses son muy planos; le preguntas a un niño o niña de 7 u 8 años por matemáticas, física, o por cosas más humanistas, y es bien parejo, se distribuye bien. Pero cuando llegan a la adolescencia, ahí se produce la dispersión, como que por la misma condición de género, más una mezcla de la formación que tu traes desde pequeña -que tú a las muñecas y tú a los autitos-, ahí es donde se pierde un poco y decanta todo lo que te han hecho jugar desde chica, que te hacían bordar o coser, y los hombres a martillar, y eso hace que la cosa hormonal, digámoslo así, produzca una gran diferencia, y las niñas pierdan interés por las disciplinas más duras. Y después, las que sobreviven y llegan a ingeniería, son sin distinción por género. Pero en ese nivel adolescente, sí, entonces ahí es donde creo yo, hay que trabajar, empezando por el tipo de juegos y los roles que uno le enseña a los niños. Entonces es bueno que quienes lo han logrado, quienes son ingenieros e ingenieras y les va bien, sean una vitrina para que a estos chicos y chicas les despierte el bichito.

¿Y cómo fue su experiencia? ¿A usted siempre le gustó la matemática?

Sí, me gustaba la matemática, en el colegio fui muy buena alumna, me saqué todos los premios y todos me decían que iba a estudiar medicina, además de que me gustaba jugar a ser médico cuando era chica. Sin embargo, de repente llegué como a 3ro medio, y debo decir que en el colegio tuve muy buenos profesores en química, matemática y física, que me animaron harto a profundizar, entonces ahí me puse a pensar que la biología, que significaba memorizar, no era lo mío, pero sí hacer ejercicios, me encantaba la clase de química, entonces decidí que lo mío era ingeniería, y junté química con matemáticas y dije, ingeniería química. Mi padre es también ingeniero químico, pero con foco en el área metalúrgica, trabajó en Huachipato toda la vida. Entonces un poco conversando con él, con lo que me mostró, más los cálculos que yo saqué, dije ya, esta cuestión voy a estudiar.

Pero tenía un referente ingeniero…

Claro, mi padre, ingeniero, y yo misma, como digo, me críe como niña y niño, porque martillaba y como mi papá hacía trabajos en la casa y éramos puras mujeres, le teníamos que ayudar no más, él se iba de viaje y yo tenía que arreglar la estufa, hacer partir el auto, teníamos tareas de hijo hombre e hija mujer, porque éramos puras mujeres, y de hecho, mi otra hermana también es ingeniero y mi hermana de al medio es químico farmacéutico.

¿Cuál cree usted, son los desafíos de la Facultad de Ingeniería de aquí al futuro?

Yo diría que estamos mejor posicionados, aunque el decano nos hizo unas presentaciones mostrándonos que estamos en el 3er lugar a nivel nacional, y un gran desafío es, no perder ese lugar al menos, y avanzar mucho más. Creo que nuestra facultad de ingeniería tiene un potencial que no se ha llenado, que todavía hay un espacio de trabajo que se puede llenar y que debiera resultar en mejores valores para los distintos indicadores. Tenemos que trabajar también mucho más la relación con los estudiantes, y los procesos formativos, todavía estamos muy atrasados con la cosa clásica; hoy día los cabros son diferentes, tienen otros esquemas, otros intereses, y también alguien nos tiene que enseñar -porque tampoco lo podemos aprender de la nada-, de qué forma lograr que se concentren en lo que les estamos mostrando, despertar su interés y su afán por ser más que lo que uno les pide, y no cumplir solo con lo justo. Lograr eso con los jóvenes, que se motiven más, yo creo que es un gran desafío.

Usted ve las diferencias entre las generaciones de antes y las de hoy día…

Sí claro, hoy recibimos mejores estudiantes -en ingeniería química- de los que tuvimos en alguna época, es decir, llegan los que han obtenido los mejores puntajes, sin embargo, creo que antes había una mejor actitud por aprender. En todas las generaciones siempre hay estudiantes brillantes, pero me refiero a brillantes y con ganas de brillar aún más. Ahora como que los jóvenes buscan otra cosa, el éxito más rápido, sacar su título, sacarse la nota, salvo excepciones, que siempre las hay. Pero estos millenials que tenemos ahora, son distintos, y bueno más atrás vienen los centenials, que son aún más distintos por lo que he leído, y nosotros tenemos que ir viendo también cómo despertamos su interés en este nuevo escenario, con estas tecnologías y esta multiplicidad de intereses y oportunidades que ellos tienen.

Finalmente, ¿Cuáles son los desafíos profesionales de Ximena García, de aquí al corto plazo?

En el corto plazo, termino este año 2018 mis funciones en la dirección de postgrado, y tengo que retornar a mi carrera académica, que nunca la he abandonado, por lo que debiese no costarme mucho. Y he estado trabajando en un par de propuestas de proyectos, para no estar con las manos vacías cuando vuelva a la oficina. Y por supuesto ayudar al departamento, tengo una recientemente electa directora, y estoy feliz que haya sido ella la elegida, y por supuesto apoyarla, tratar de utilizar esta experiencia que he adquirido acá, en un ámbito más pequeño que es el departamento.